Si bien tenemos la responsabilidad en la creación del medio espacial, donde el ser humano pueda desarrollar sus actividades, es el propio individuo quien deberá apropiarse de esos espacios. Espacios que podrá preservar, hacerlos suyos, modificarlos, y hasta compartirlos con otros individuos de la misma especie. Y ahí nos adentramos dentro de otro concepto: el hogar y la apropiación territorial. Será motivo de otro escrito, tal vez.
Voy
a compartir un decálogo que el arq. Garrido sostiene, al cual voy a
complementar con ciertas afirmaciones personales, de acuerdo a mi
experiencia:
1. Iluminación natural:
los vanos son fundamentales en las viviendas, y naturalmente surgieron
en las envolventes con el propósito de que la luz natural llegue a todos
los ambientes. Yo agrego que en este propósito no debemos pecar por
exceso, tampoco. Siempre debería haber un estudio responsable de las
condiciones bioclimáticas que afectan las construcciones, no sólo llenar
de “muros cortinas” o “piel de vidrio” en todas las orientaciones y en
todas las latitudes, sin las necesarias protecciones que aseguren el
confort ambiental.
2. Transpirabilidad (ventilación natural continuada): es
decir, rodearnos de paredes porosas construidas con materiales que
actúen como la piel humana, que podamos transpirar a través de ellas,
permitiendo el paso del aire pero no del agua. Por supuesto que esta
dinámica de pasaje y de equilibrio de presiones, debe aprovecharse para
lograr confort higrotérmico. La imagen de la arquitectura, como
elemento biológico, es decir que pudiera asimilarse a las funciones de
la biología humana, es un concepto necesario. La envolvente, como piel
que respira, permeable y asistida por una red arterial dinámica, que
ayuda a la adaptación del ser humano con el medio natural, cambiante. La
vida es dinámica, la arquitectura también debería serlo.
3. Sencillez tecnológica: los
artefactos tecnológicos que nos rodean, tienen una vida útil, lo cual
puede producir malestar por mal funcionamiento o falta de él. Cuanto
menos tecnología nos rodee, y más nos asimilemos a lo natural, más
cerca estaremos de nuestras condiciones primitivas. El concepto de “lo
natural” está impreso en nuestro patrón genético, aunque nos veamos
tentados a rodearnos de la tecnología necesaria para solucionar nuestros
requerimientos más esenciales y aquellos más sofisticados. Convengamos
que la misma, tiene que estar a nuestro servicio y no ser nosotros,
individuos con personalidad neurótica, quienes la necesitemos
obsesivamente para poder vivir. Creo que es un problema de actitud
personal, frente a objetos que pudieran despertar una respuesta
adictiva.
4. “Naturalidad” en los materiales: los materiales utilizados deben tener la menor manipulación posible en su fabricación,
es decir, tener una alta conciencia ecologista al seleccionar la
tecnología con la que se materializará una obra de arquitectura. De esta
forma, podremos afirmar que se han aprovechado los recursos naturales
con la menor generación de residuos y el menor consumo energético. Por
ejemplo, el uso de maderas con tratamientos químicos para asegurar su
durabilidad, muchos de los cuáles (extremamente tóxicos), son nocivos
para la salud humana.
5. Diseño arquitectónico sencillo y no monótono: es
importante lograr espacios y formas sencillas, pero que cambien
continuamente para que las viviendas siempre sorprendan a sus habitantes.
Me
atrevo a afirmar, que el concepto de flexibilidad, permite a la
vivienda “evolucionar”, al igual que sus habitantes. En este caso, la
arquitectura acompaña a la persona a lo largo de su vida, satisfaciendo
plenamente sus expectativas psicológicas. Se transforma en un contenedor
al servicio del “Ser”, entendido como entidad donde se alojan aquellas
aspiraciones más profundas. Es así, que se asimila a la arquitectura con
un concepto dinámico y de permanente búsqueda.
6. Colores adecuados: son esenciales a la hora de lograr el bienestar. Salir de la monotonía de los colores “neutros”, como el blanco.
La naturaleza, no es monocromática. Lo natural, es aspirar a la
“cromaticidad”. Por alguna magnífica razón, el ojo humano fue creado
para percibir el color. El blanco debe usarse con un criterio
específico, no por timidez, ni por abstracción en la elección del color,
ni siquiera, por una cuestión de asociación con el concepto de
“modernidad”.
7. Sensación de seguridad e intimidad: es importante tener en cuenta, los recursos necesarios, para que los habitantes de una vivienda se sientan seguros.
Esto es, sin perder el necesario contacto con la naturaleza. Este
concepto, por cierto, es vital en la época en que vivimos y en la zona
geográfica en la que estamos situados. Sabemos que tenemos un alto grado
de carencias, de todo tipo, que nos condiciona a cierta sensación de
vulnerabilidad. Existe una dicotomía entre nuestra necesidad de
preservar la intimidad, y la búsqueda de contacto con los pares. Somos
seres de característica social, la vinculación con otros individuos de
similar naturaleza, se encuentra dentro de nuestras aspiraciones más
profundas. No podemos aislarnos, con el objeto de preservar nuestra
integridad.
8. Variabilidad térmica estacional: debemos
asegurar, que la arquitectura responda a las variaciones térmicas
estacionales. Una casa debe ser fresca en verano y cálida en invierno,
logrando estas temperaturas de la forma más natural posible, y dentro de
un concepto sustentable, es decir, sin demasiado consumo de energía.
La
sustentabilidad, ya no es una opción. Se ha tornado necesario y
urgente, el respeto por el planeta que nos contiene, al menos, si
pretendemos seguir habitándolo y preservarlo de una forma generosa, para
las futuras generaciones. La adaptación a las variaciones climáticas,
es una decisión que permite asegurar la salud humana. Conceptualmente,
está ligada a la necesidad de confort y cobijo, que nos produce la
posibilidad de habitar en un elemento contenedor y no a la interperie
9. Ausencia de elementos patógenos: Ser
cuidadosos a la hora de seleccionar los materiales con los cuales
materializaremos nuestros proyectos de arquitectura. Evitar pinturas
plásticas, barnices, tratamientos de madera, algunos plásticos, ventanas
de aluminio o PVC.
Aquí
puedo afirmar que el arquitecto, como diseñador primero, y como
constructor después, tiene la extrema responsabilidad de asegurar la
salud de las personas que vayan a hacer uso de los espacios por él
creado. Debo decir, que la responsabilidad que nos cabe en el
conocimiento de la composición química y el comportamiento físico de los
materiales, en la interacción con otros, de distintas características,
no la podemos eludir. Como profesionales, debemos indagar, experimentar e
investigar, las prestaciones de los materiales “novedosos”, que surgen
constantemente en el mercado de la construcción. (ver nota)
10. Mínimo mantenimiento: Evitar los materiales de alto mantenimiento.
En
realidad, aquí tomamos contacto con varios conceptos. Por un lado, el
uso de materiales “nobles” o que aseguren cierta durabilidad (en
realidad, la eternidad al menos en una dimensión histórica, no existe) y
por el otro, el envejecimiento digno. Hay materiales, que manifiestan
cierto grado de belleza, aún en sus etapas de vida más avanzadas.
Podemos decir que diseñamos, teniendo en cuenta estos conceptos, de
durabilidad y de envejecimiento sin degradación. O bien de asimilación a
la naturaleza, después de haber cumplido con su vida útil.
Si bien tenemos la responsabilidad en la creación del medio espacial, donde el ser humano pueda desarrollar sus actividades, es el propio individuo quien deberá apropiarse de esos espacios. Espacios que podrá preservar, hacerlos suyos, modificarlos, y hasta compartirlos con otros individuos de la misma especie. Y ahí nos adentramos dentro de otro concepto: el hogar y la apropiación territorial. Será motivo de otro escrito, tal vez.
Datos del Autor
Cecilia MontoyaNació en la Ciudad de Córdoba, Argentina,donde reside actualmente. En el año 1994, egresó de la carrera de Arquitectura, cursada en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño Industrial, de la Universidad Nacional de Córdoba. Ha desarrollado también, una intensa actividad artística, para lo cual se ha ido formando a lo largo de varios años, en distintos Talleres de arte.
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Una imagen preciosa, y me ha gustado la orientación que has dado. Me encantan tus blogs.
ResponderEliminarBesos.
qué bueno recibirte por aquí! gracias por llegarte hasta aquí. Este escrito, según cito, es del arq. Garrido. Pero comulgo muy especialmente con la postura de sustentabilidad. Es una postura de vida, frente a la profesión. Besos
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ResponderEliminarUn post muy interesante. Nos hace pensar seriamente en las viviendas que actualmente utilizamos y sus condiciones idóneas.
La ilustración es la apropiada... para comprobar que hay alternativas.
· un abrazo
· CR · & · LMA ·